Después de las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y a la
vista de los resultados la propuesta de Podemos era un pacto con el PSOE a la
portuguesa; sin embargo Sánchez, tras visitar Portugal, prefirió pactar con
Ciudadanos (y para que estos aceptaran tuvo que firmar su programa económico) y
después someter a Podemos a un chantaje: “O te unes a este pacto neoliberal o
seréis los responsables de ir a unas segundas elecciones”.
Ya sabemos que pasó: Podemos no acepto ser cómplice de esa
firma a un programa que nos llevaría a más recortes y fuimos a una repetición
de las elecciones; aunque se perdieran votos. “No hemos entrado en política
para traicionar el espíritu del 15M”, declaró Pablo Iglesias.
Las elecciones del 26 de junio no cambiaron
significativamente el mapa político. Podemos siguió apostando por un pacto con
el PSOE a la portuguesa, mientras que el PSOE siguió con su apuesta de pacto a
tres (PSOE, Podemos Ciudadanos). Y de nuevo amenazando a Podemos, con ir a unas
terceras elecciones, si este no acepta. Lo que no contaba Pedro Sánchez es que
el miedo a unas terceras elecciones afectaba más a su propio partido; lo que
provocó el golpe de mano, en el que los barones encabezados por Susana Díaz, lo
descabalgaron bajo el pretexto de ser un perdedor y un peligro por acercarse al
independentismo.
Ese mismo miedo a unas terceras elecciones hizo que la
Gestora del PSOE favoreciera, con su abstención, el que Mariano Rajoy repitiera
como Presidente del Gobierno.
Luego vinieron las primarias del PSOE. El PP tenía la
esperanza de que las ganara Susana Díaz ya que su gobierno sería más fácil si
el PSOE estaba en manos de su ala derecha; pero ganó Pedro Sánchez, cosa que ha
alegrado a Podemos ya que el pacto a la portuguesa sería impensable con la
Presidenta andaluza.
Hoy, casi año y medio después, se vuelven a reunir Pablo
Iglesias y Pedro Sánchez y el pacto a la portuguesa que Podemos siempre ha
defendido, está encima de la mesa. Los españoles hemos perdido un año y medio;
pero no ha sido por culpa del Podemos. Si Pedro Sánchez hubiese aceptado la
propuesta de Podemos, a la primera, en vez de coquetear con la derecha naranja,
él sería Presidente y los españoles no hubiésemos perdido todo este precioso
tiempo.
Albert Rivera dice que estamos en el día de la marmota,
porque hemos vuelto al inicio; pero hay una importante diferencia: en enero de
2016, él tenía un pacto firmado con el PSOE y ahora, no solo están fuera de
juego, sino que son el soporte de un gobierno trufado de casos de corrupción.
Ciudadanos pierde, Podemos gana.
Incluso el PSOE se avergüenza de haber pactado con el
partido de Rivera: Todos los portavoces del PSOE (y algunos de Ciudadanos),
culpan a Podemos de no haber apoyado a un candidato socialista. ¡Qué curioso
que ninguno mencione que no se apoyó a Sánchez porque este había firmado un
programa económico de derechas con Ciudadanos! Es normal que se avergüencen de
ese hecho y traten de ocultarlo.
De todas formas, aunque nos ha costado año y medio meter en
razón a Sánchez, por fin se dan los primeros pasos para desalojar al Gobierno
de Rajoy. Y no queremos hacerlo “porque queramos ganar en pactos lo que no
hemos ganado en las elecciones”. Lo que estamos haciendo es responder al
SEGUNDO ASUNTO que más interesa a los españoles: LUCHAR CONTRA LA CORRUPCIÓN
QUE AFECTA A LAS INSTITUCIONES. Y lo tenemos que hacer los partidos de
izquierda porque la derecha, y sobre todo el Gobierno, en vez de luchar contra
la corrupción, como es su obligación, se dedica a romper discos duros, cambiar
jueces y fiscales, denunciar a quienes denuncian, no preguntar a los implicados
y, en resumen, utilizar todos los medios a su alcance para obstaculizar la
acción de la justicia. ¿Por qué será?
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